sábado, 2 de mayo de 2009

Sobre el cine chileno


Retomo este eapacio tras más de un año para hablar de nuestro cine. Nada más latero que debatir sobre cuáles son las características, exponentes y temáticas del nuevo cine chileno. De hecho, ya denominarlo así es añejo y pretensioso.
Sin embargo, tras recibir una mala noticia el pasado martes decidí ir a ver el estreno de la película "Las Niñas" de Rodrigo Marín. No sabía nada de ella, sólo que el director era egresado de la escuela de cine de chile y que una de las actrices era Antonia Santa María, la que poco a poco se toma las producciones nacionales.
"Las Niñas" es la historia de dos amigas, sólo eso... o mejor dicho eso y una chorrera de cosas que podrían ser. El director pone una cámara en el departamento de dos amigas y durante una hora y media las vemos conversar, pelearse y en una gran cantidad de situaciones que podrían significar algo, pero que a la larga nunca se terminan de explicar.
Durante los 70 y 80 era evidente que el gran problema del cine chileno era que las películas estaban mal hechas en términos técnicos (iluminación, cámara, fotografía) y con la creación de las escuelas de cine eso se solucionó.
Matías Bize, Jorge Olguín y el propio Rodrigo Marín saben usar perfectamente la cámara y ese es un elemento que no puedo desconocer en "Las Niñas". Lejos, lo mejor es la dirección de fotografía. Es evidente que Marín estudió unos buenos años en la escuela de cine de chile y varos de ellos aprendiendo las bondades de la cámara.
A pesar que superar el problema técnico es un gran avance- sobre todo pensando en la internacionalización de las películas- las historias siguen mostrando serias deficiencias en el guión.
"Las Niñas" es la cuidada grabación de un día cotidiano entre dos amigas, que podrían ser más que amigas, pero que también podrían no serlo; una de ella se supone que tiene cáncer, pero finalmente no es así y le mintió a la otra ¿para qué? saque sus propias conclusiones según lo que se le ocurra porque el guión no aporta nada al respecto.
Marín intenta un naturalismo incluso cercano al documental, los personajes llevan los nombres de las actrices, hablan aparentemente sin un libreto, las actuaciones son absolutamente cotidianas y como si esto no fuera poco la cinta está interrumpida por testimonios- estilo documental o reportajes de TV- de cercanos a las protagonistas que nos entregan más antecedentes de sus personalidades, pero que son tan ambiguos y tácitos que no aclaran nada. Parece ser que la gran gracia de estos largometrajes es innovar en las formas. ¿Es eso suficiente? Por su puesto que no. Hace rato que deberíamos haber dejado de creer que el cine es bueno sólo por ser 'experimental' o distinto. Si para que algo nuevo sea un aporte tiene además que ser bueno. Es en esta parte dónde nuestras producciones se están quedando cojas.
Es evidente que hace rato la fórmula del cine requiere un espectador atento. que complete las historias o saque sus porpias conclusiones, pero es en esa búsqueda donde los jóvenes realzadores se pierden. No por mucho insinuar se consigue aquello. Al contrario, tras ver "Las Niñas" y "Solos" me queda la misma sensación; que los nuevos- y no tan nuevos en el caso de Olguín- directores siguen en la etapa de experimentación y por lo visto demoraremos un buen rato para pasar a la siguiente, donde cada uno de esos jueguitos empiecen a funcionar y a tener sentido dentro de las películas.

domingo, 3 de febrero de 2008

Una Chica en el Monumental

A pesar de ser públicamente chuncha, mi primer apronte con el fútbol, masculino y de primera A, fue con Colo Colo. La decisión causó sentimientos encontrados, pues por una parte me alegraba que luego de un mes de práctica me tocara un tema relativamente “importante”, pero la idea de ir al Monumental no me agradaba mucho. Además el día anterior había estado ahí, asoleándome y esperando mucho rato para que finalmente ninguno de los jugadores quisiera hablar.
Sentada en las tribunas de la Ruca lo primero que desvió mi atención fue la barra, esos eslabones perdidos de la evolución humana que sin camisa y como verdaderos monos saltaban y gritaban al ritmo del bombo. Faltaban quince minutos para que comenzara el bendito partido y los hinchas sólo eran 200, en ese momento me preguntaba cómo habría nacido eso de que “Colo Colo es Chile”.
En las tribunas la fauna era variada. Estaban los reporteros, que al igual que yo y mis compañeros, esperaban que el partido comenzara y buscaban a alguien importante para poder llenar las páginas o minutos que les habían sido asignados. También estaban los vendedores, aquellos chilenos que no ponen en práctica el mandamiento de “no robarás” y sin ningún escrúpulo te cobran tres o cuatro veces el valor de las cosas. Un café de como 150 cc costaba $500 pesos, un maní $600. Seguramente esos usureros trabajan sólo los fines de semana y con lo que ganan viven holgadamente todas los demás días. Un consejo: si va al estadio, coma algo antes o si no su billetera se resentirá.
También estaba la familia colocolina, mamá, papá e hijos con camisetas, gorros, cintillos y cualquier indumentaria que los identificara con el cacique.
Pitazo inicial y comenzó el partido.
Habían transcurridos un par de minutos y la cultura televisiva me pasaba la cuenta, me faltaba la repetición de las jugadas y la voz de Carcuro o algún relator que me fuera aclarando lo que estaba sucediendo, quién estaba en el suelo, a quién le pusieron amarilla, quién reclamó.
Mi déficit atencional fue preocupante. La llegada de la pinturita alba, que creía que estaba en el Costa Varúa, y su transparente blusa se quedó con mi atención y la de mis compañeros en ese momento y en varios más, pues se levantaba constantemente a hablar por teléfono o a hacer cualquier cosa. No puede evitar preguntarme ¿a qué vas al estadio si no es a acompañar a alguien o a ver el partido?. Todavía no puedo responderme. La señorita en cuestión se ubicó estratégicamente frente al joven Chapita Fuenzalida, nuevo refuerzo del Colo, y del guatón con cara de mafioso con el que andaba. Constantemente giraba la cabeza para comentar algo y sonreía coquetamente. Era como la Cote López(actitud) pero en versión treintona.
Volviendo al fútbol, pase del Chucky González para Bizcayzacú y....el vendedor de café se pone frente mío y pasa uno de sus vacitos por mi hombro derecho, poniendo en riesgo mi integridad. Lo peor es que no se movió hasta que ordenó todo su fajo de billetes, que era grueso, sin ningún tipo de higiene pues con esa misma manito servia los café. Guácala!!!!
Después llegó el colega de la TV, específicamente de deportes 13, personaje que no tiene ninguna mujer cerca que le diga que si usa camisa a cuadros no puede ponerse encima una chaqueta también con cuadros, aunque los colores de todos los benditos cuadros combinen. Dónde están los asesores de imagen del 13?
En el costado los eslabones perdidos cantaban sin parar haciendo girar sus poleras.
Goles más, goles menos, fin del primer tiempo y a trabajar. Mi misión era hacer que Fuenzalida hablara. El día anterior no lo había conseguido, pero trabajo es trabajo y me acerqué y le rogué que hablara conmigo. Se negó pero creo que al ver mi cara de desesperación finalmente aceptó, pero obligándome a no tocar el tema polémico(los futboleros sabrán a qué me refiero, el resto, si quiere saberlo pueden preguntármelo). Hablamos, pero a nuestra conversación se metieron intrépidos colegas que con más experiencia y oficio que yo lograron sacarle algunas palabras sobre el tema. Menos mal.
Detalles del segundo tiempo no hay muchos, sólo la mágica visión del productos del CDF, un niño guapísimo que alegraba el espectáculo, por lo menos para mi.
Como los derechos los tiene el canal del fútbol y mega, el resto teníamos que esperar al costado de un pasillo lleno de ligutrinas a que los jugadores pasaran y quisieran hablar. A penas se acercaba uno, el piño de reporteros se tiraba sobre las ligutrinas para registrar las declaraciones. Ante la poca caballerosidad de los colegas, tuve que transformar mi desventaja en ventaje y como un ratón de biblioteca me metí en los vacíos dejados por los periodistas, las cámaras y los cables, nadie más habría cabido en tan estrecho espacio, para mi suerte pude registrar todo lo que dijeron aunque tuve que soportar los micrófonos y cámaras sobre mi cabecita. Claro que de no ser por un tipo de Chilevisión me hubiera caído de espaldas porque me enredé con su cable. Lo más notable era la actitud de los colegas, lejos de toda objetividad posible alababan a los jugadores para poder sacarle alguna cuña.
Después, seguí esperando porque mi compañero se fue a la conferencia(a poner su grabadora y escuchar) mientras yo debía tratar de hablar con los otros jugadores. Menos mal que el encargado de prensa de Colo Colo y un reportero amigo me ayudaron y pude sacar algunas notas y entrar a una parte que supuestamente está prohibida para los medios, pero Lucas barrios(el hombre al que yo buscaba) no salió nunca. También me encontré con los amigos de Melipilla Deportes, los único que se portaron buena onda los primeros días del Sudamericano Femenino. Estaban tristes, pues el triunfo albo fue efectivamente injusto para su cuadro que trabajó y arriesgó. Pero bueno, son cosas del fútbol.